Desafíos de la práctica del trabajo interdisciplinario
En los últimos años los problemas globales, señala Carvajal Escobar (2010) han aumentado en complejidad y conectividad en la sociedad.
Senge (2010), afirma que las entidades que pretendan avanzar y continuar en el futuro deberán ser "organizaciones inteligentes" capaces de "aprender a aprender". Este cambio de actitud supone la predisposición permanente al aprendizaje profundo y comprometido, a la constante actualización de conocimientos como método de trabajo y a la apertura de la mente, ávida de mejorar tanto en la faceta personal como en la profesional.
Para implementar esta nueva forma de entender la formación, nos inscribimos en el pensamiento sistémico (comprensión global de los sistemas, en directa relación también con las nuevas teorías integrativas, interdisciplinarias), dedicando especial atención a las interacciones tanto disciplinares como humanas.
El trabajo en equipo será un valioso aporte a esta búsqueda sinérgica.
La teoría de la complejidad, de Edgar Morín abala también la propuesta interdisciplinaria, ya que propone la idea de optar por una visión más holística de los hechos, tanto en términos de conocimiento científico como de percepción ético moral, y comprender que más que culturas diferenciadas, formamos parte de una enorme cultura planetaria.
Es, en esencia, una estrategia que tiene intención globalizadora, es decir, que trata de abarcar todos los fenómenos de los que se es presente, pero teniéndose en cuenta sus particularidades como eventos diferentes que son. Este concepto es totalmente contrario al del pensamiento que simplifica, el cual unifica todo el conocimiento a una sola visión, anulando la posible diversidad que haya y encaminando a la persona, sea estudiante sea el propio profesor, a una ‘inteligencia ciega’.
El término complejidad desde su perspectiva es representado como una de gran red, cuyos hilos se entrelazan y relacionan sus componentes. Los hilos, entendidos como eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares de conforman el mundo.
Para el filósofo este tipo de pensamiento no es algo innato. Se debe educar en él y potenciar su aplicación. El filósofo especializado en pedagogía Mathew Lipman opinaba que era extremadamente necesario inculcar este tipo de pensamiento a los niños ya a tempranas edades.
El pensamiento complejo tiene la destacable característica de no aceptar un hecho como algo tajante e indudablemente creíble, sino el de potenciar la búsqueda de otras opciones, explorar y ver hasta qué punto lo percibido es cierto o no.
Desde nuestra perspectiva sostenemos que la educación no escapa a los problemas globales, sumados a las problemáticas de nuestro contexto. Ha surgido la necesidad de implementar una visión holística, integral interdisciplinaria para resolverlos problemas actuales que se plantean en las instituciones educativas.
Muchos de los cambios que se han realizado a partir de la Ley Nacional de educación 26.026 /06, que han impactado en los Diseños curriculares en Argentina y en la ciudad Autónoma de Buenos Aires, en las Resoluciones vigentes y en El Estatuto del Docente, promueven la realización de un verdadero trabajo interdisciplinario.
La concepción de aprendizaje subyacente en la normativa, responde a la teoría de aprendizaje significativo propuesto por Ausubel. El autor sostiene que este tipo de aprendizaje permite establecer una relación de conocimientos y vínculos entro lo que el alumno/a ya posee y los nuevos conocimientos. La información para ser verdaderamente significativa debe relacionarse de alguna forma con lo que ya se conoce. Para que esto ocurra deben darse ciertas condiciones tales como: sentido del aprendizaje para el alumno, significatividad lógica y psicológica.
El proyecto educativo institucional, y por consiguiente el Proyecto Curricular Institucional y los espacios de mejora institucional, promovidos por la normativa vigente, dan cuenta de ello.” Poder trabajar y planificar estratégicamente desde cada Institución”
En la medida en que los docentes intervienen en la elaboración de los proyectos, toman decisiones, implementan, controlan, evalúan, corrigen y hacen reajustes, avanzan en la construcción de conocimientos. Así, el proyecto es, a la vez que un instrumento de gestión, una estrategia de formación, un espacio, un dispositivo de aprendizaje. El proyecto se constituye como espacio de resignificación de las prácticas, y, por lo tanto, como espacio óptimo para la reflexión y el análisis. Un proyecto otorga sentido a la incorporación y/o construcción de un saber: “un saber para proyectar”, al decir de Frigerio y Poggi, un saber en el cual se encuentran teoría y práctica. Podríamos ir aún más lejos y afirmar que un proyecto produce un saber. En tanto un proyecto es un puente entre una situación existente y una situación deseada, compromete un complejo proceso de cambio institucional. Como todo proceso de cambio, involucra a todos los actores de la institución y requiere de espacios de reflexión y toma de decisiones compartidas. Estos espacios se constituyen como instancias de formación, al contribuir al enriquecimiento de la práctica profesional. El desafío es, entonces, pensar estrategias para estimular cambios de actitudes que permitan el crecimiento a través de una participación activa en el proyecto. Corresponderá al equipo de conducción, actor privilegiado en este proceso, adoptar políticas y estrategias para lograr la participación y promover la transformación. De este modo, desarrollará una de las facetas fundamentales de su rol: la de formador de formadores, la de verdadero “capacitador interno”
El trabajo interdisciplinario en estos espacios permite un enfoque globalizador, que a través de un centro de interés la situación de aprendizaje es abarcada por un grupo de disciplinas o áreas, ensambladas de acuerdo con las necesidades naturales que surgen en el transcurso de las propuestas pedagógico-didácticas. Lo principal, en este caso, no son las disciplinas aisladas sino el objeto de conocimiento, a fin de que tengan significación como realidad. Es dable aquí una articulación entre las diversas disciplinas o áreas que sean afines al tema en cuestión; y después, con mayor experiencia los docentes, podrían intentar la interrelación de todas ellas sobre la base del planeamiento conjunto. No sólo habría coordinación entre las diversas disciplinas o áreas, sino que se auxiliarían mutuamente en la comprensión y solución de situaciones problemáticas.
La Normativa vigente (Ley Nacional de Educación 26026/06) y los Diseños Curriculares, que de ella se desprenden, desde nuestro punto de vista fundamentan el trabajo interdisciplinario en la escuela secundaria. (No exclusivo de ella).
- Profesor: Cynthia Paganini
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